21 de agosto de 2014

Mi experiencia con AEPEJ





Muchas son mis opiniones acerca de la actual situación en España relativa a muchas cosas: corrupción, altos niveles de desempleo, delincuencia, situación económica... es un largo étc. que paso de desglosar e incluso de hablar de ello por aquí, porque creo que sobra y no quiero dar ningún pie a discusiones. Sin embargo, no puedo callarme respecto a cierta experiencia que he vivido y, aunque no todos son puntos malos, sí que hay una sensación global que empaña esa pequeña etapa de mi vida debido a garantías y promesas que nunca llegaron a ser.

Empezaré por el principio, paso de dar fechas exactas porque no me apetece y por diversas razones que prefiero guardarme, pero sí contaré todo lo vivido durante ese escaso tiempo de apenas un par de meses de duración.


Tú eres una persona que siempre has intentado dar lo mejor de ti misma en tus experiencias tanto estudiantiles como laborales, sobre todo cuando ya tienes cierta madurez como para entender cómo funcionan las cosas. El caso es que, tras bastante tiempo buscando trabajo tras finalizar mis estudios, recibo una llamada al móvil de un número que no conozco y, tras un vistazo inicial, no tiene ninguna pinta "extraña" - con esto me refiero a que sea más largo que un día sin pan, que sea oculto o que parezca de otro país o de publicidad, que es lo que normalmente me llama- y por lo tanto decido descolgar con el estómago al revés pensando "¡Esto es para una entrevista!". Efectivamente, así era. Una mujer (evito nombres) con un tono de voz bastante amable y que aseguraba llamar de Academias Colón, donde yo misma había echado el CV unos siete meses atrás, quería saber si estaba dispuesta a acudir para una entrevista de cara a un puesto de trabajo sin determinar, a lo cual, por supuesto, contesté encantada que sí.

Esa misma mujer sería mi entrevistadora, como bien pude saber cuando acudí a uno de los centros de la academia en Madrid capital y tras rellenar un formulario con los datos de siempre, supongo destinado a archivo. 
La mujer me llevó a una sala donde al menos tenían lugar otras dos entrevistas y, tras las preguntas típicas iniciales, procedió a explicarme a qué puesto aspiraba: consultor de formación. Procedió a hablarme de una asociación que se había creado en colaboración con las Academias Colón llamada AEPEJ (Asociación Española para la Promoción del Empleo Joven), sin ánimo de lucro y con ámbito de actuación en todo el territorio nacional, cuyo propósito principal es crear y potenciar el empleo de los jóvenes españoles. Para ello, me explicó, se ofrece un asesoramiento a pymes (pequeñas y medianas empresas) y también a los propios jóvenes en situación de desempleo; por otro lado, las empresas, con tener un trabajador, reciben una asignación de cara a formación de sus empleados (ni autónomos ni funcionarios incluidos, pero podían recibir asesoramiento por parte de la asociación). 
Yo, como consultora de formación, me encargaría a asesorar a estas personas sobre sus posibilidades de cara a formación, intentando además captarlos para la asociación, pues se beneficiarían de descuentos sobre los diferentes cursos.

No era el puesto que yo deseaba, desde luego, sobre todo porque tenía tintes de comercial, pero seguí escuchando y respondiendo a las preguntas que me hacía mi entrevistadora. Me aseguró que, aunque pareciera un poco lioso, no iba a tener problemas porque recibiría formación gratuita por parte de las Academias Colón (aunque tendría que dejar un depósito que se me devolvería tras finalizar el curso) que contaría con teoría y práctica; debía aprobar ambas para acceder al puesto de trabajo, pero me aseguró en tono desenfadado que no era complicado aprobarlo si me esforzaba y que luego tendría asegurado un año de contrato con un sueldo fijo de 800€/mes + comisiones por socio conseguido y trabajando unas 6 horas diarias. Que sí, que al principio haría mucha calle yendo a los establecimientos que me tocaran dentro de mi zona, con un compañero, pero que luego tendría ya más trabajo de oficina y se asemejaría más a un puesto de administrativo, que es lo que yo andaba buscando.
Luego esta mujer me confesó que no me veía una persona que pudiera manejarse en este tipo de trabajos (se me debe ver a la legua) pero como yo me mostré tan optimista me prometió que si era seleccionada, que todo apuntaba a que sí, me llamaría la semana siguiente para una segunda entrevista.

La verdad es que estaba contenta porque, aunque fuera un trabajo de comercial y me exigiera quedarme sin pies de las vueltas que iba a dar iba a tener un sueldo base y, que aunque luego no me fuera muy bien y me echaran, mejor eso que no hacer nada. De modo que esperé con bastantes ansias la llamada, la cual se retrasó tanto que pensé que la seleccionadora había decidido que, efectivamente, no encajaba con el puesto, por mucho que yo me lo tomara como un reto, pues efectivamente nunca me he considerado alguien con cualidades de comercial.


Pero sí acabó llegando y acudí para una segunda entrevista con otra mujer que se limitó más que nada a informarme de nuevo sobre la asociación y sobre cómo funcionaba lo del depósito para el curso, hacerme firmar los papeles de rigor y asegurarme de que me llamarían otro día para hacer el ingreso del depósito y ya informarme del inicio del curso.

Así pues empezó todo; las clases serían en ese mismo centro y empezaron poco después, durando un mes y algo más. Y qué cosas, que mi entrevistadora era nuestra profesora y ya había otras clases que habían empezado un poco antes que nosotros, que éramos los últimos en incorporarnos. Tras el típico ejercicio de redactar cosas sobre tí mismo y que lo lea otro compañero que yo tanto detesto, entraron otras dos chicas que podrían ser perfectamente de mi edad y que se anunciaban como nuestras trainers de cara a las prácticas.
Y aquí empezaron los "madres mías" porque nos pusieron una tabla de objetivos a cumplir para ¡aprobar las prácticas!. En plan de "por contratar un curso bonificado o privado de tantas horas de duración, 4 puntos" "talleres no gratuitos, medio punto", puntuación global pero dividida entre dos para cada compañero de la pareja. ¡Y ojo! Que había cursos como el nuestro por el cual la persona que estudiaba se comprometía a trabajar un año para ellos.

Ahí ya mis compañeros y yo empezamos a indignarnos porque para nada nos habían dicho eso en las entrevistas, de que tuviéramos que hacer X puntos para aprobar el curso (si suspendías una de las dos, suspendías todo) y que nos habíamos imaginado que serían estilo las que tienes que pasar cuando terminas los FP o la universidad. Entonces procedieron a darnos ánimos, a decir que no sería difícil, que las otras clases iban bien, étc. Un método comercial de lo más repulsivo para mí para subir el ánimo y que sería muy habitual durante todo el curso. La cosa es que como pronto vieron el escaso éxito cosechado se apresuraron a asegurar que no nos guiáramos por esos puntos, que sí que habían tenido menos éxito del esperado así que siguiéramos como estábamos que todo iría bien. Pero eso fue más adelante.

Lo que fue el curso respecto a la teoría fue bastante normal; cuatro horas al día de clase teórica con sus pausas de descanso correspondiente que para nada se hacía largo y cuyo contenido era lo esperado: la comunicación, el marketing, nuevas tecnologías (ahora me pararé en ellas) y prevención de riesgos laborales.
Además las prácticas se comían parte de esas horas que teníamos, pues se dieron a la vez y no después de la teoría y las trainers venían casi sin avisar y nos machacaban con técnicas y diversos ensayos. Pronto se nos hizo entrega de un par de carpetas: una donde venía toda la información sobre cada curso, los precios y los formularios correspondientes (nuestra Biblia) y otra para guardar los seguimientos que tendríamos que hacer de los lugares visitados. Siempre debíamos llevarlas.
Tal como lo explicaban y demostraban parecía todo de color de rosa, fácil y sencillo, aunque todos supiéramos que el trabajo de comercial no es nada fácil. Pero viéndolas a ellas manejarse y cómo nos intentaban educar para salir airosos nos hacían casi creer que seríamos capaces de comernos el mundo - con las continuas fórmulas para subir la moral y aplausos a raudales para animar entremedias, algo que ya se me antojó a la larga como frío y falso.

"Todo bien, todo correcto, vamos a asociar a esta jodida ciudad" - es lo que intentaban que asumiéramos.

El caso es que pronto tuvimos que empezar a salir, pronto dos días de la semana quedaban exclusivos como prácticas y pronto pudimos comprobar lo difícil que era conseguir que alguien se asociase, lo cuál entiendo, yo tampoco daría mi dinero así por las buenas. Las parejas las seleccionó la profesora atendiendo a nuestras personalidades y formas de ser: yo era la tímida y reservada pero la que cuando hablaba era para transmitir compromiso y sinceridad, mientras que mi compañera era la suelta y dicharachera con don de gentes. 


La historia es que, conforme pasaba el tiempo, nos fuimos dando cuenta de determinadas cosas que mosqueaban: que empezáramos más tarde que el resto de clases pero que luego el curso acabara para todos el mismo día - por lo que recibíamos menos formación al tener menos tiempo y es que no nos dio tiempo a ver todo - y las prácticas empezaran para todos el mismo día también, que las nuevas tecnologías empezaron tarde y mal y que la prevención de riesgos laborales se limitó a que nos leyéramos el texto y hacer unos ejercicios en plan test, que las trainer no evaluaban nuestro trabajo por vernos en acción si no por la cantidad de puntos acumulados (se iba a lo mejor con una pareja al día y sobre todo con los de Madrid capital y no los que estábamos en la zona sur), lo cual me parece realmente injusto; primero, porque podemos tener mala suerte pero hacerlo bien y segundo, el verano es una temporada difícil porque se acaban de pagar diversos impuestos y porque los comerciantes se van de vacaciones. Teniendo en cuenta además las fórmulas que nos enseñaron no funcionaban para nada y ni siquiera cuando la trainer venía con nosotros conseguíamos nada, creo que es una forma más de demostrar lo injusto que fue todo.
No faltaba el típico machaque de "los de esta clase llevan tantos puntos más que vosotros" o "venga chicos, no os desaniméis" y cosas así igual. Además se aprovechaban que al tener horarios diferentes las clases no coincidíamos, pero sí había un chico que tenía un contacto en otra clase y nos informaba que a esos les decían exactamente lo mismo y les iba tan  mal como a nosotros.

También yo creo que el problema estribaba en que ninguno de nosotros llegamos a creer nunca en el proyecto de una manera real, por lo que esa inseguridad la transmitiríamos al hablar y además éramos incapaces de aprendernos todo lo que teníamos que decir en tan poco tiempo, junto a que siempre se procedía igual ante todos: romper el hielo, hablar de la asociación, preguntar para ver la situación y asesorar acorde a lo que teníamos delante. Luego apuntábamos la dirección, el nombre del local, el nombre de la persona con la que hablamos, número de teléfono y grado de interés del 1 al 10 del entrevistado.

Todos nosotros además pensábamos que realmente nunca íbamos a aprobar teniendo en cuenta los escasos asociados que habíamos hecho (algunas parejas nunca consiguieron a nadie) y que ya de entrada había cosas en las que nos habían mentido u omitido, pues todo contribuyó a que nos desanimáramos más aún. Muchos empezaron a dudar tan siquiera que se nos fueran a abonar los 80 € del depósito, algo que perdías si abandonabas el curso por cierto, aunque eso sí avisaron y era en cierto modo comprensible.

En resumen, que cuando acabó el curso nos dijeron que ya después teníamos un mes de vacaciones para luego empezar con las contrataciones. Nos examinamos casi al final y nos dijeron las notas de los exámenes teóricos - pero no de todos - y para casa, yendo poco después a recuperar el depósito dado.


"Bye bye" definitivo.

Pasó el mes de vacaciones y llegó el mes siguiente... y nada. Es decir, estuve atenta al teléfono porque se nos aseguró que nos llamarían para decirnos si habíamos aprobado el curso y para contratar, que nos llamarían en la primera semana. Acabé llamando yo y me aseguraron que aún no se había reunido el consejo y que por tanto había que esperar un poco más, que además había mucha gente e irían llamando poco a poco. Dejé pasar otras dos semanas y volví a llamar en vista que ellos volvían a no hacerlo... y me dijeron exactamente lo mismo.

¡Y nunca más volví a llamar y nunca más me llamaron! Así que doy por sentado que suspendí el curso, nunca me han dado la ocasión de recuperar y el tan prometido título que nos iban a dar para demostrar que habíamos hecho el curso sin aparecer. Lo que demuestra exactamente que las cosas fueron al contrario de lo que garantizaron, porque ni tan siquiera se dignaron a llamar para informarme de mi suspenso o aprobado, lo cual me parece realmente vergonzoso.
Se deduce que se dejaron llevar por los puntos no conseguidos, por lo tanto sacar notas superiores al 8 en la teoría y el haberme esforzado todo lo posible en la práctica me ha servido básicamente para nada. Tiempo perdido y dinero perdido, porque a mi el bono transporte nadie me lo ha pagado. No puedo evitar sentirme estafada. No sé siquiera si contrataron a alguien de las otras clases, que de la mía parece que a nadie y, teniendo en cuenta determinadas cosas, también me atrevo a asegurar que dieron los cursos para embolsarse dinero de las subvenciones concedidas para tal fin.

Es cierto que he aprendido muchas cositas de comercial en el curso, pero también he aprendido otras tantas sobre la vida gracias a ellos. Y que conste que escribo esto porque nadie de los que tanto aseguraban que iban a escribir y a decir ha dicho ni mu sobre el tema en ningún sitio, y que tan sólo encontré un escrito de otra chica que debió estar en otro momento diferente al mío, que me siento identificada con lo que pone y a la cual tampoco contrataron.


Quizá el no encontrar nada negativo sea señal de que no hacen nada malo, pero de cara a lo vivido yo sí considero que podrían haber hecho las cosas de mejores modos y no puedo evitar sentir mi experiencia como algo turbio y digno de arrepentirse.

3 comentarios:

  1. Conforme leía lo que ponías ya me imaginaba el negocio que tenían montado estos cabrones.

    Ellos ganan dinero con las subenciones por daros el curso y encima les conseguís clientes sin cobrar nada. Es normal que no contraten a nadie, para el siguiente trimestre repiten la jugada y así tienen comerciales gratis...

    Siento que te hayan pisoteado la ilusión estos mal nacidos. Hoy en día no puedes fiarte de nada....

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    1. Sí, mi novio ya me lo decía y en los recreos no dejábamos de hablar del tema. Y lo peor es que rechacé dos trabajos porque lo que me ofrecían era peor que esto, en cuanto a salario como a duración, pero si no hubiese sido tan ingenua me habría ido. Algunos de mis compañeros les salió otra cosa y se fueron.

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  2. No tengo muchas experiencias laborales y no estoy teniendo nada de suerte con las entrevistas; echo CV's por todos los medios y no me llaman y, para una vez que lo han hecho, no me han cogido, pero en la forma de entrevistarme y otro punto me dejaban ver que sólo estaban interesados en contratar ahorrándose el mayor dinero posible, cosa que conmigo no lo conseguían, por lo visto.

    Francamente sí estoy desesperada y no sé qué más hacer, pero voy a ponerme a estudiar otra vez viendo el escaso éxito, pero de mientras seguiré echando a ofertas que busquen a alguien para las tardes.

    Y los empleos no es que no me interesaran, si hubiera estado sin hacer nada hubiera cogido los trabajos, el problema es que me ofrecían mucho menos que lo que me habían prometido aquí.

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