5 de agosto de 2016

[Reseña] El Médico - Noah Gordon



Años se han tirado mis padres pidiéndome hasta rozar el cansinismo extremo que me leyera este libro. Como una se acababa de devorar dos tochos como los libros de Ken Follet no tenía ni ganas de ponerse con otro y prefería descansar un poquito, tanto de extensiones grandes como de género. Pero me lo dejaron junto con El Último Judío recientemente. Y los túneles del subterráneo son tan monótonos y similares entre sí que lees cualquier cosa.

Así pues me decidí y me sumergí en las páginas de El Médico, yendo casi de la mano de Robert Cole y su sueño por convertirse en un gran médico intentando estudiar bajo el mismísimo Ibn Sina o, más conocido por todos, Avicena, en la lejana Persia. Rob es inglés y para más colmo cristiano por lo que os podéis hacer una idea de la odisea que tendrá que pasar para llegar a rozar las vestiduras de tan eminente presencia.



Podríamos decir tranquilamente que la historia de Rob es épica. Porque lo es. Desde el momento en que queda huérfano y termina de aprendiz de un cirujano barbero yendo de aquí para allá haciendo malabares hasta que queda de nuevo totalmente solo con mogollón de preguntas en su cabeza dando vueltas y vueltas sin cesar. El hambre de conocimiento que sufrirá tras conocer a un médico judío muchísimo más sabio que su maestro sólo podrá saciarse estudiando en la madraza de la lejana Ispahán. Tendrá que crear una nueva identidad para su persona porque siendo cristiano jamás será admitido. Así nacerá el judío Jesse Ben Benjamin y tendrá que viajar por dos años para llegar a rozar su sueño... aunque pueda costarle la vida. Pero su deseo de convertirse en hakim y llevar las vestiduras negras y el turbante rojo de tal rango es más fuerte que cualquier cosa.


La verdad que el libro es una preciosidad y se deja leer solo. Aquí no ocurre como con El Último Judío; Gordon ha tenido espacio de sobra para contar algo en detalle, sin prisas, pero sin recargar. Las diferentes etapas en las que se divide el mismo corresponden a muchas transiciones por las que pasa Rob, siguiendo una evolución de lo más interesante sin cambiar su gran deseo en ningún momento.


Y es que tendrá que hacer muchos sacrificios por el camino y aprender mogollón de cosas, desde oraciones y costumbres judías hasta el idioma persa, por no decir la abrumadora tarea que es la preparatoria para medicina, pues para ser un médico competente debías ser un experto en filosofía, derecho, medicina y recitar el Corán de memoria. Nos sorprenderemos que, a pesar de la época - siglo XI - los árabes estaban muy avanzados en términos de salud.
Por ejemplo, la existencia de un edificio donde atender a los enfermos siendo agrupados según sus problemas - hospital - era algo impensable en la Inglaterra natal de Rob. Por otro lado comprobaremos que también existían multitud de teorías y afirmaciones erróneas o imprecisas arrastradas tras los siglos por diferentes eminencias que Rob se verá obligado a estudiar.
Esto es lo que me ha resultado más divertido e interesante de leer porque, aunque jamás haya pensado en dedicarme a la medicina, es un tema que siempre me ha apasionado y no en vano seguí esa rama de estudio en el instituto.


Pero veremos también que las limitaciones provocadas por la fe y religión no eran algo extraño tampoco entre los árabes, por lo que el mismo Rob sufrirá ciertas decepciones ante prohibiciones que él considera absurdas y que, si se permitiesen, podrían arrojar grandes focos de luz en las tinieblas del desconocimiento. Otra manera de demostrar el lastre que ha representado siempre la religión para el avance de la ciencia.
Un ejemplo para este punto sería la ciencia forense, siendo una aberración para la mente musulmana el profanar un cadáver abriéndolo para su estudio por motivos religiosos, ni siquiera Avicena será flexible en ese tema. Los castigos pueden ser terribles pero Rob creerá que será esencial para averiguar la naturaleza de la mortal "enfermedad del costado", incurable en esa época. Por supuesto, habréis deducido que hablo de la apendicitis.



Alrededor de la trama principal bailarán personajes secundarios con los que Rob interactuará y compartirá su vida, como podrían ser Barber, el propio Ibn Sina, Karim, Mary o el Sha. Todos y cada uno de ellos están cuidadosamente desarrollados y nos acompañarán en mayor o menor medida durante la historia, pero el único personaje que estará desde el principio hasta el fin será el propio Rob.



No deja lugar a la imaginación con respecto a qué ocurrirá más allá del final pues el Sr. Gordon ha cerrado la historia de tal manera que nos deja más que satisfechos, aunque incluso hay algunas incógnitas que quedan sin responder al final de la misma, como el paradero de algunos de los hermanos de Rob. Eso pensé cuando leí el desenlace pero es que El Médico es la primera parte de una trilogía conformada por ella misma, Chamán y La Doctora Cole (por el apellido está más que claro que es descendiente de Rob y tal pensamiento me ha asaltado durante la redacción de esta entrada) por lo que ambos dos se incorporan a una lista interminable de libros pendientes de leer.



Mencionar la película de El Médico que se estrenó en 2013 y que, a pesar de la buena crítica en general, no es ni la sombra de la novela en la que se basa, por mucho que tanto Gordon como su hija hayan hecho de guionistas. Han reescrito la historia como les ha dado la gana y por ello a los fans acérrimos del libro la película les ha parecido pésima (como a mis padres). Yo apenas la recuerdo pero sí lo suficiente como para saber que apenas se basa en el propio libro, por lo que no la veáis si queréis leéroslo y que por tanto no me gustará si la vuelvo a ver.



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