EMISARIO DE LAS SOMBRAS
Nueva York, 2006
Despacho de la detective freelance
Susan Bluestone
23:30
Querido Richard:
Escribo a toda prisa porque apenas me queda tiempo,
estoy totalmente segura, ya no hay duda. Vienen a por mí. Pero antes de que
esos cabrones enajenados se me echen encima debo escribirte estas palabras para
advertirte.
¡Oh Dios! ¡Jamás debí aceptar ese trabajo! Porque
todas mis sospechas se han hecho realidad, Richard. TODAS. Todo esto me ha
rebasado y bien sabe Dios – aunque ya dudo de su existencia - que me he fumado cuatro
paquetes en lo que va de día y que tengo el pulso tan inestable por la urgencia,
por el whisky y porque tengo tanto miedo que creo volverme loca. Por nada del
mundo deseo que sepas lo que sé pero no puede dejar que se salgan con la suya,
espero de verdad que puedas perdonarme; creo que lo harás en cuanto hayas leído
esta carta.
¿Recuerdas aquel material del que te hablé hace unos
días? ¡Finalmente lo encontré! Fue endemoniadamente complicado dar con él pero
lo conseguí y ahora te aguarda en aquél sitio que tú ya sabes. Siento ser tan
vaga pero no puedo permitir que esos lunáticos encuentren esta carta cuando me
registren de nuevo y que sepan lo que tengo, por eso te he mandado diferentes
mails hace un momento. ¡Pero por el amor al cielo no leas lo que hay en ese
paquete! Al menos, no todo. Es importantísimo que transfieras ese condenado pergamino
a un experto en ocultismo y magia blanca porque ahí, estoy segura, se encierra
parte de la clave para detenerlos. El libro ayuda, lo he leído de cabo a rabo y
no entiendo la mitad de las cosas – ni falta que me hace, sé más de lo que me
gustaría. Tras muchos problemas y búsquedas di con la persona conveniente, el
Dr. Craven, de Salem. Intenté entrevistarme con él pero me fue imposible porque
no estaba en el país, aunque le dejé un mensaje. Aún no ha contestado, a pesar
de que tiene que estar a punto de regresar. Pero para mí es tarde; el sueño llegó
a su fin y ahora Él puede cazarme también en el mundo real. Y yo con estas pintas.
Susan se interrumpe porque empieza a reír histéricamente. ¿De veras
era capaz de bromear en un momento como este? Sin embargo, termina llevándose
las manos a la cabeza agarrándose los cabellos, abrumada por recordar de nuevo aquella
pesadilla. Tiembla de puro terror porque desde el rincón más profundo de su
mente le llega un grito de su propia conciencia, a pesar de haberla intentado
silenciar con el alcohol, advirtiéndole que no tendría una muerte rápida e
indolora si Él conseguía atraparla, cosa que ocurriría de un momento a otro.
Intentando serenarse pensando en Richard y en la enorme carga que
depositaba sobre sus hombros, acariciando mientras tanto con mano temblorosa el
revólver que descansa sobre su escritorio Susan consigue tranquilizarse de
manera más efectiva y menos nociva que con los cigarrillos y la bebida,
retomando así su escrito:
He tomado ciertas medidas como
colocar ciertos amuletos ocultos por todo mi despacho y mi apartamento, recitar ciertas frases que ni puta idea de
qué significan e, incluso, dibujar un hechizo protector en la entrada. En
teoría pueden frenar su avance, pero creo que debes ser un auténtico creyente
para que funcionen. Sabes que nunca he creído ni en lo divino ni en lo
sobrenatural, pero después de lo que he visto y lo que he leído es posible que
suene la flauta. Todo está en el libro.
Y si aun así toda esta mierda de
parafernalia mística no funciona tengo otro método más directo para asegurarme
de que no me atrape.
A pesar de mi fracaso estoy
segura de que Craven descifrará en su totalidad el contenido del manuscrito y así
estarás protegido, pero hasta entonces
¡cuánto menos sepas mejor! Porque si sabes demasiado Él te visitará en
tus sueños también, Richard, tal como hizo conmigo. Y de verdad, de verdad te
lo digo, que NO te conviene que eso ocurra. Aunque algo ya sabes ¿verdad? A fin
de cuentas yo misma te conté una parte…
Susan deja de escribir y levanta la cabeza ahogando un grito mientras
un escalofrío le recorre la espalda. Mira con ojos desorbitados la puerta de su
despacho, cree haber escuchado un ruido en el pasillo pero tras permanecer unos
segundos totalmente inmóvil y no oír nada aparte del suave repiqueteo de la
lluvia y su acelerada respiración vuelve de lleno a su actividad frenética
garrapateando el papel con su mano derecha mientras que de la izquierda se desprende
la ceniza de su consumido y olvidado cigarrillo. Mecánicamente y sin prestar
atención lo aplasta contra el cenicero desbordado de colillas anteriores.
Lo único que te conviene saber,
al menos de momento, es lo siguiente:
Los temores del Sr. Deveraux
eran ciertos. Como te dije, su mujer está metida hasta las cejas en esa mierda
de secta. Pero no hablo de un chanchullo como la Cienciología, los Masones y
toda esa mierda, te digo que es algo realmente chungo y antiguo, MUY antiguo. Agárrate
esos machos, se hacen llamar Hermandad de la Auténtica Sabiduría; creo que se
bautizaron así porque se creen que lo saben todo y que por ello pueden hacer y
deshacer según les convenga. Según he podido averiguar en mis investigaciones,
esos tipos son sólo engranajes en una
maquinaria que opera a toda velocidad desde hace muchísimo tiempo en las
sombras y son jodidamente peligrosos, unos auténticos fanáticos tarados. Ya te
digo que la desaparición de mi cliente, el Sr. Deveraux, y su súbita negativa a
que siga con la investigación no las considero fortuitas.
No tengo pruebas pero creo que
hay gente más gorda que los Deveraux metida en medio, aunque sigo ignorando
hasta dónde puede llegar su presencia. Por
supuesto, intenté rastrear los orígenes de la secta pero se pierden en las
tinieblas del pasado, cierto que no he concluido mi trabajo, pero ya digo que
creo que es bastante más antigua de lo que parece. Está todo en el expediente.
Que, por cierto, mi “amiguita” la
Sra. Deveraux ostenta un rango alto dentro de este sistema pero ni por asomo es
la que dirige el cotarro como tal. Tampoco el tipo albino de aspecto siniestro.
No, no, no. ¿Recuerdas al tipo alto y negro del que te hablé? Si hay que
cortarle la cabeza al monstruo para que deje de joder por Él es por quien
deberías empezar. Pero ojalá fuera tan fácil como podar la mala hierba. A ese…
ese…
Susan da un respingo cuando el trueno retumba en su despacho, que está
prácticamente a oscuras salvo por la tenue luz de su lámpara de escritorio.
Estaba tan absorta en la lectura que no se percató del relámpago que apenas
unos segundos antes había iluminado de manera súbita el cuarto. Cree haber
escuchado un sonido superpuesto al de la tormenta proveniente del pasillo pero
eso sólo hace que se apresure aún más en su escrito mientras el aleteo
acelerado de su corazón le golpea en las sienes.
No te lo conté todo Richard. Sé
que las cosas se enfriaron entre nosotros por mi culpa. Sé que siempre te ha
confundido enormemente mi estoico hermetismo y que te dolió enterarte de aquel
asunto, aunque ya te digo que no hubo – ni hay - nada entre esa persona y yo. Pero…
soy tan, tan cobarde que por eso me empeñaba en dejar pasar lo que debería
haber ocurrido de nuevo. No sabes lo realmente importante que eres para mí. Necesitaba
al menos decirte eso…
¿Recuerdas el sueño Richard?
Claro que sí. La oscuridad, el altar blanco de marfil, las ataduras de manos y
pies a los cuatro pilares cubiertos de runas trazadas con sangre humana… mi
total exposición porque no podía ni moverme ni soltarme… los cultistas orando
con un tono monocorde a cierta distancia
del altar que me sostenía, sus rostros totalmente ensombrecidos por las grandes
capuchas de sus túnicas granates. La única luz provenía de un par de lámparas
de aceite en un escalón inferior al altar y de las propias estrellas del cielo,
que era lo que podía observar desde aquella perspectiva sin girar la cabeza.
Intentaba liberarme pero me sentía como si estuviera “colocada” y lo único que
conseguía era saltarme la piel de las muñecas y tobillos hasta sangrar. Por
este motivo miraba hacia abajo y me percataba que estaba totalmente desnuda, mi
vientre surcado por unos dibujos extraños de runas, grabados y otras cosas que
no consigo rememorar trazadas con lo que parecía sangre, ya algo reseca.
¿Recuerdas que entonces Él
emergía de la oscuridad caminando hacia mí? ¿Qué adelantaba una de sus negras
manos tocando mi cuerpo mientras se intensificaban los cánticos? ¿Cómo parecía
tumbarse sobre mí como si fuera a poseerme? ¿Qué yo temblaba de terror pero que
una parte de mi parecía desearlo enormemente? Hasta ahí sabías tú, pero hay
más. Oh sí, precisamente gracias a eso he podido saber qué es lo que se traen
entre manos. ¡Él me lo ha mostrado porque el muy cabrón está convencido que no
puede ser detenido! ¡Confirmó las sospechas que empecé a tener tras leer aquel
libro!
No se colocaba encima con
intenciones sexuales como en otros rituales que hacían estos sectarios, Él está
más allá de eso, lo supe en ese momento. En su mano, invisible para mí hasta
ese último sueño, portaba un puñal de afilada daga serpenteante. Subía los
brazos lentamente mientras los cánticos se aceleraban e intensificaban cada vez
más. Gritaba algo totalmente incomprensible para mí, con una voz increíblemente
profunda hablando en un idioma blasfemo que hería los oídos. Un destello de luz
era arrancado justo antes de que bajara con fuerza la daga, hundiéndola en mi pecho.
Dicen que en los sueños no sientes dolor. ¡Ja! Porque yo lo sí que lo sentía
con ganas, no sabía ni cómo podía soportarlo. Gritaba, gritaba hasta
desgarrarme la garganta.
Y, algo igual de malo, es que no
podía moverme ni un ápice, como si alguna invisible fuerza sobrehumana me lo
impidiera empujándome en la dirección contraria a la que me movía. Tras esa
puñalada Él continuaba cortando bajando hasta mi vientre lentamente. Luego,
retiraba la daga y metía su mano dentro de mí, sacando algo. Sé que me negaba a
ver qué órgano u órganos de mi ser sostenía entre sus manos ensangrentadas. En
ese momento el cántico ya se había convertido en un enfebrecido alarido.
En medio de esa agonía mientras
la risa de mi ejecutor y los gritos demenciales de sus seguidores me penetraba
en los oídos… vi las estrellas. ¡Sabes cuánto me ha serenado siempre su
contemplación! Pero en esta pesadilla horrorosa ellas también brillaban
mortecinamente hostiles.
Y entonces… se rompían Richard,
se hacían añicos a la par que mi vida se
apagaba para dejar paso a la auténtica oscuridad invocada tras mi sacrificio
cuya aparición hendía el aire a mi alrededor… pero eso no era lo peor, oh no…
peor era ver aquella cosa, ser consciente de su existencia y, por ello, perder
por completo el juicio, sintiendo que mi alma quedaba irremediablemente atrapada,
bailando enajenada por toda la eternidad al compás de esa música demencial de
flaut
Otro ruido proveniente del pasillo hizo que Susan se sobresaltara de
nuevo. Ahora sí que se podían oír claramente el sonido de pasos, pisadas lentas,
decididas, imparables. Susan, con el
sudor ya perlándole la frente haciendo que su flequillo se le pegara soltó un
breve gemido pero sabía que no debía detenerse, a pesar de que estaba al borde
de la histeria. De pronto, fue consciente de que la lámpara, a pesar de que
seguía encendida, emitía muchísima menos luz de lo que debiera, como si la
bombilla hubiera perdido fuerza. Pero el problema no era la bombilla si no que
la oscuridad alrededor había aumentado. Ansiosa, buscaba espacio que ocupar
alargando sus tentáculos, cercando a la mujer en un terreno desconocido y para
nada deseado. Supo en ese momento que los trazos torpes y débiles de tiza en el
suelo, adyacentes a la puerta, no frenarían a su cazador. Ella, que siempre
había rechazado lo sobrenatural apenas había comenzado a creer pero el miedo
era tan atroz y estaba tan aferrado a su alma que era incapaz de encontrar
tiempo para hacerlo. ¡Debía terminar la carta!
¡Dios! Está aquí… le siento… toda
resistencia es inútil.
Olvídate de momento del Otro. Si
Él es detenido el Otro no podrá llegar y tendrán que esperar de nuevo a que las
estrellas sean propicias, esto es, dentro de cientos y cientos de años. Él
además es posible que quede atrapado en otro espacio, aislado y encadenado, si
tenéis éxito. Pero su derrota sólo tendrá lugar si sabes su nombre: el
auténtico, impronunciable y blasfemo, no aquellos mil que recibe, si no aquél que
sólo conocen unos pocos, como sus seguidores – incluso yo, pues está oculto en ese
terrible libro y se me ponen los pelos de punta por ser incapaz de pronunciarlo
o escribirlo sin perder el juicio, sospecho que Él así lo desea para guardar su
rastro… y divertirse; se regocija con el sufrimiento ajeno.
Las instrucciones vitales las
tienes en el paquete, en “Madagascar”. Pero si por alguna razón no puedes hacer
llegar los textos a Craven él tendrá alguna pista de su identidad si
El picaporte giró, la puerta se abrió a pesar de estar cerrada con
llave. Susan dejó de escribir y miró hacia la puerta…
Nueva York, 2006
Despacho de la detective freelance Susan Bluestone
Más tarde
Richard apretaba los puños con fuerza haciendo acopio de toda su
voluntad para no desmoronarse allí mismo. Había tenido todo el trayecto en
coche hasta el lugar de los hechos para digerirlo, pero estaba pensando que era
más de lo que podía soportar.
Cuando recibió la llamada del departamento no se imaginaba ni por un
momento que fuera a tratarse de Susan, adormilado como estaba; había decidido
aprovechar el respiro que tenía esa noche para acostarse temprano. Hubiera
preferido estar una semana sin dormir hasta las trancas de trabajo que recibir
semejante noticia.
- ¿Qué tenemos Alan? – preguntó intentando sonar indiferente mientras
se ponía los guantes. Miraba con cierta aprehensión, e incluso con incredulidad,
el bulto que yacía bajo la lona.
- No mucho, la verdad– comenzó éste leyendo la libreta que portaba –
Al parecer los vecinos oyeron un grito de una mujer sobre la medianoche. El
vecino de al lado, un tipo que se llama Roger Brown, encontró el cuerpo y llamó
a la policía. Parece que sufrió algún tipo de ataque cardíaco fulminante…
- Improbable. No padecía ningún tipo de enfermedad crónica. Y, por
mucho que fumase y bebiera, me parece escasa la posibilidad de que sufriera un
ataque cardíaco. No tenía mala salud.
Alan, incómodo, bajó la cabeza.
- Bueno, nunca se sabe. A veces esas cosas pasan… sin embargo, hay
algunas cuestiones un tanto extrañas y por eso, aparte de por ser también tu
zona y que la conocías, te han llamado…
Richard apenas le escuchaba. Tenía que retirar la lona para examinar
el cuerpo, era su trabajo. Lo había hecho infinidad de veces prácticamente sin
inmutarse debido a su veteranía, incluso con cuerpos realmente destrozados,
pero jamás había tenido que hacerlo cuando la víctima era un ser querido para él.
- Lo sé – contestó Richard – pero, tal como le he dicho al jefe, es
demasiada coincidencia que estuviera metida en un caso tan delicado. Explícame
un poco la situación que tenemos, por favor, antes de enumerarme los hallazgos
tan extraños – añadió, mientras se agachaba para enfrentarse a su tormento.
- Verás. Para empezar no hay signos de violencia, ni en la víctima ni
en el mobiliario. La puerta no fue forzada.
Sin embargo, a su lado está ése revólver, un Colt 345 – dijo, señalando
hacia la misma.
Efectivamente, Richard vio que estaba muy cerca de la única mano que
quedaba al descubierto, la derecha.
- Lo reconozco. Es su arma, con los permisos totalmente en regla. Que
lo reco… ¡cielo santo! – exclamó quedamente.
- Sí – corroboró Alan – le hiela a uno la sangre en las venas…
Richard sintió su corazón rompiéndose en mil fragmentos a pesar de su
épico esfuerzo por intentar que la situación no lo superase. Cerró los ojos con
fuerza unos instantes, respirando hondo, pero la sensación de vértigo lo golpeó
con fuerza. A continuación los volvió a abrir y, ahogando un sollozo a duras
penas, examinó por un momento la expresión desencajada, los ojos abiertos de
par en par inyectados en sangre que parecían salirse de las órbitas, el cabello
revuelto con unas canas más numerosas que la última vez que la vio y lo extraño
de la postura corporal.
- ¡Dios, Susan! ¿Qué te ha ocurrido? -
musitó, tapándose la boca con el dorso de la mano. El olor penetrante
del guante invadió sus fosas nasales – Has… has sufrido terriblemente antes de
morir, algo espantoso te sorprendió…
Richard vio que la otra mano de su amiga se aferraba la parte
izquierda del pecho, con el puño cerrado, como si efectivamente Susan hubiera
sufrido un infarto brutal. Una manera que tenía el médico de saber qué tan
intenso había sido el dolor para el paciente tras el colapso era observar cómo
éste describía sus sensaciones enfatizándolas llevándose la mano al pecho; si
la apoyaba abierta, el dolor había sido de leve a moderado, mientras que si
cerraba el puño significaba que había sido desgarradoramente intenso.
Tuvo que contenerse para no tomar las manos inertes entre las suyas,
un gesto que había tenido mucho con ella.
- Quizá recibiera alguna noticia terrible y le diera el infarto o, tal
vez, sí que estaba enferma – dijo Alan con cierta timidez - No sé, fíjate en
ese cenicero y en la botella de whisky… no parecía estar muy tranquila que se
diga
- Como te digo, no me consta, a pesar efectivamente de que abusaba de
sus vicios - respondió Richard casi en un susurro mientras examinaba de cerca
las manos de la muerta guardándose el hecho de que a él también le apetecía
fumarse varios cigarrillos y emborracharse hasta perder el sentido – De
hecho fue al médico hace poco y estaba como un roble. Sí que estaba expuesta a
una gran tensión por el último caso que llevaba y tenía que tomar medicación.
Por cierto, eso me recuerda…
Richard tapó el cuerpo y se dirigió al archivo con una sombra de
sospecha. Efectivamente, el expediente del caso había desaparecido.
- No está – susurró.
- ¿Qué buscas! – preguntó Alan.
- Nada – mintió Richard, intentando disimular su desconcierto – Sólo
comprobaba una cosa.
Se dirigió entonces a la mesa y rebuscó evitando todo lo posible el
cambiar las cosas de lugar. Entonces se percató del bolígrafo que yacía bajo la
mesa, cerca también del cuerpo.
Se agachó a examinarlo. ¿Qué hacía ahí? Susan no soportaba ver cosas por
el suelo, era un poco maniática con el orden. Quizá acabara en el suelo cuando
ella cayó.
Alan guardó silencio y lo miró extrañado, pero no dijo nada más.
Richard le señaló el boli sin hacer comentarios y luego volvió al cadáver y le
examinó los dedos de la mano derecha.
- ¿El boli? – preguntó el policía levantando una ceja - Sé que es absurdo preguntártelo. Pero ¿va todo
bien?
Richard no contestó enseguida, porque justo se fijó en las manchas
recientes de tinta en los dedos de Susan.
- Estuvo escribiendo recientemente, quizá justo antes de morir, pero
no veo ni un solo papel manuscrito. ¿No te parece llamativo? – preguntó,
ignorando la otra pregunta a su vez.
Alan guardó silencio, pero anotó obediente la observación en su
libreta.
- ¿Qué me dices de la tiza? – preguntó de nuevo Richard- Parece un
puto pentagrama ¿no? ¿Tienes alguna idea?
- Pues ni la más remota, la verdad. Está intacto, tal cual fue
realizado. No hay borrones, ni pisadas. Quizá lo hiciera ella, aunque qué me
aspen si lo entiendo. ¿Le tiraba el rollo esotérico?
- Susan era de todo menos
creyente de esas paparruchas – inquirió Richard, pensativo – Pero, si en teoría
no vino nadie, no se me ocurre otra posibilidad de que efectivamente lo hiciera
ella misma, pero… ¿con qué fin?
Se acercó al dibujo y lo examinó con atención. Las palabras estaban
escritas en latín y él no tenía ni pajolera idea de latín.
- Hay que buscar a alguien que sepa qué pueden significar estas
palabras - susurró, copiando en su bloc el dibujo.
- ¿Crees que será necesario? Como te digo, no hay señales de
violencia. Ni de robo. Sé que para ti es difícil Richard, pero ella ha muerto
de…
- ¿Qué no hay señales de robo? – exclamó éste perdiendo los nervios –
Alan ¡falta el puñetero expediente Delacroix! Era el caso en que Susan llevaba
trabajando estas semanas y no está en su archivo. Un poco raro ¿no te parece?
¿Y qué me dices de la pistola?
- Quizá se lo llevara a su piso. Nadie ha entrado en este despacho
aparte de la muerta y del vecino. Y lo de la pistola puede que…
- Hablando del rey de Roma, el vecino que la encontró, el tal Roger. ¿Qué
dijo exactamente?
- No mucho, estaba muy nervioso, déjame mirar – repuso el policía,
pasando un par de hojas en la libreta – Comentó haber escuchado el grito y que
pensó que quizá la Srta. Bluestone estaba en apuros y salió rápidamente de su
apartamento. Dijo que, cuando él llegó, la puerta estaba abierta y el cadáver
tal donde está con el revólver muy cerca de la mano diestra, como si lo hubiera
tenido agarrado pero se le cayera cuando se precipitó al suelo. Dijo también
que él sólo tocó lo justo para comprobar que no respiraba y entonces nos llamó.
Fin de la historia.
- ¿Nada más? ¿Dónde está?
No era mera coincidencia, no podía serlo. Las últimas veces que vio a Susan
ésta estaba cada vez más preocupada y nerviosa, aunque poco le había revelado
del caso, pareció empezar a afectarle en lo personal. Apenas comía y dormía. Aquellas
pesadillas…
- Está en su piso, con un compañero, estaba muy nervioso y quería
tomarse una tila…
Richard salió como una exhalación, enfilando el pasillo hasta llegar a
la puerta abierta del apartamento de al lado.
Estaban en la cocina. Dos compañeros permanecían de pie delante del
testigo, uno de ellos sostenía otro blog y tomaba nota de la declaración. El
Sr. Brown estaba sentado en bata y con una taza caliente entre las manos. Se le
veía pálido y ojeroso. Richard le conocía apenas de haberse cruzado con él un
par de veces en alguna de las muchas visitas a Susan en su despacho.
Sabía que este paso era muy insoportable para los testigos puesto que
tenían que repetir a diferente personal su historia, una y otra vez, pero era
un paso esencial para el esclarecimiento de cualquier caso.
- Perdonad chicos – dijo Richard con voz cansada – pero ya me encargo
yo…
- ¡Por favor! – se quejó, como se podía esperar, Roger – ¿No me diga
que ahora tengo que contárselo también a usted? ¿No es acaso bastante terrible
lo que le ha pasado a esa pobre mujer? ¡Sólo quiero descansar!
- Soy el detective forense Richard Bradford, del departamento de
policía – dijo a modo de presentación enarbolando su placa unos instantes – Sé
que para usted esto es difícil señor Brown, pero necesito su colaboración. Es
muy importante porque podemos estar ante un caso de homicidio. Cuénteme, por
favor, con todo detalle, lo que sabe.
- ¡Ya se lo he dicho! – exclamó
el vecino, suspirando de frustración – Me levanté a por un vaso de agua cuando
oí el grito al lado. Cogí el revólver del armario de entrada (siempre tengo uno
ahí) y salí por la puerta cagando leches. La puerta de la Srta. Bluestone
estaba abierta de par en par y ella yacía en el suelo. La tomé el pulso y vi
que no tenía, si bien es cierto que me costó horrores porque no soportaba la
expresión de su cara. ¡Jamás vi nada igual! ¡Dios! Aún sigo viendo esa
expresión… Y luego les llamé enseguida a ustedes desde el teléfono de su
despacho.
- ¿Está usted seguro, Sr. Brown, de que no vio a nadie salir del
despacho de la Srta. Bluestone?
Éste bufó, incrédulo.
- Totalmente. Era muy extraño que la puerta estuviera abierta pero si
hubiera habido alguien me hubiera dado en las narices con él, digo yo.
- ¿Nadie más puede haber visto u oído algo?
- El despacho de la Srta. Bluestone es el último del pasillo, como
bien ha visto Sr. Bradford – dijo entonces uno de los policías – El apartamento
de enfrente está vacío porque el propietario está de viaje. Los que están por
encima y debajo no oyeron nada por estar en la cama.
Richard asintió y se volvió hacia Roger.
- Perdóneme que insista pero es muy importante. ¿No vio nada extraño?
¿No escuchó nada más? Por favor, sé que está cansado y harto de nuestras
preguntas, pero esfuércese.
Roger chasqueó molesto la lengua y sacudió la cabeza, pero entonces
frunció el ceño.
- Bueno, ahora que lo pienso… aunque no estoy muy seguro…
- ¡¿Qué?!
- Pues… la verdad estaba muy dormido cuando me servía el agua. Madrugo
mucho por el trabajo ¿sabe usted? Juraría que escuché una voz grave masculina
un momento antes de oír el grito. Es extraño, ya digo, pero creo que venía del
despacho de la Srta. Bluestone. Pero ya le digo, lo más probable que fuera de
la televisión de mi vecina de arriba, que es un poco dura de oído y, por
supuesto, de las que se acuestan tarde. Si hubiera habido alguien en el piso de al lado ya le digo que me las hubiera
visto con él. No tenía otra vía de salida...
- Gracias, Sr. Brown. Me ha sido muy útil – dijo Richard volviéndose a
toda prisa y saliendo por la puerta, dejando a Roger y a sus dos compañeros un
poco desconcertados.
Volvió al lado del cuerpo de Susan. En cuanto llegó hasta él se agachó
levantando parcialmente la lona pero sin destaparle el rostro. Alan, que le
había seguido hasta la entrada de la cocina del Sr. Brown, permanecía incómodo
en el quicio de la puerta observando sus movimientos, evitando en todo momento
pisar la tiza del suelo.
- Vamos nena – susurraba Richard mientras hurgaba en los bolsillos –
dime que me has dejado alguna pista más. Dime que puedo ayudarte… o dime, que
al menos, esos cabrones son de los que dejan tarjeta de visita…
Justo en el momento en que musitaba esas palabras sus dedos notaron
algo suelto en uno de los bolsillos de la falda de la mujer. Cuando lo extrajo
vio que se trataba de una pequeña tira de papel, con unas letras escritas con
lo que parecía sangre – era imposible saber si era humana o no - rezando
un mensaje tan anodino como
indescifrable para él:
Tú, el más grande.
Emisario de Asmodeo,
de la ignota Kadath.
Richard sufrió un escalofrío al leer para sus adentros las tres
líneas. Qué coño, se le helaron los huesos.
- Alan – dijo sin despegar la vista de aquellas letras y sintiéndose
muy pero que muy cansado - me temo que
vamos a necesitar café. Que interroguen al portero por si vio entrar o salir a
alguien sospechoso y quiero un registro completo de las llamadas entrantes y
salientes de este despacho, por no decir que quiero la declaración del Sr.
Brown en marco de plata. Interroga también a los vecinos de la planta. Que se
examinen minuciosamente los zapatos de la víctima en busca de trazas de tiza y
el suelo en busca de restos de humedad, que está diluviando afuera. Estoy convencido
de que estamos ante un asesinato.
La verdad que hemos sido poquitos en este concurso pero ha habido relatos bastante buenos, como el que resultó ganador (de nuevo, mis felicitaciones a Fenix Wave de paso).
Me encantó tu participación. Tengo que reconocer que miedo no daba, pero generaba intriga y fue considerado el ganador en la sección de "Exijo una secuela". Eso significa que fue el que más enganchó de todos. Mi enhorabuena por tu nivel y realmente creo que has demostrado que ya puedes escribir esa historia mayor de la que hablas en la entrada :D
ResponderEliminar:) Fue muy divertido y le tenía muchas ganas al concurso (ya viste que te pregunté por privado). Y sí, ya vi que ganó en esa categoría lo cual me enorgullece porque al menos consigo crear interés al no tratarse de algo aburrido. Estou muy contenta con el resultado, no vayas a creer, y es que el del Invitado a cenar fue el que más me gustó a mi además junto con el de El Séptimo Día.
EliminarPor cierto, tu relato me dejó muy loca xDDDDD De hecho me sorprendió y lo consideré una broma pero no pensé que finalmente fueras tú que te decidieses por participar. En mi cabeza fue como "el que lo ha escrito pensaría que quería hacer algo guay, al final estaría liado y pensaría, lo peten y pongo esto que al menos son unas risas" xDDD
Lo de la historia uy, pues no me quedan petit-suisse que tomar para llegar a la altura :P
Un saludo
Mi opinión está en el posteo de SAeNcSA, je. Eso sí, lo de Nyarlatothep no lo había pescado. Salu2.
ResponderEliminarHola Pablo! Pues no sé cual es tu comentario, aunque he ahí la gracia, pero gracias igualmente porque todas las críticas son muy útiles, de verdad.
EliminarEn cuanto a que es Nyarlathotep dejo alguna pista como "el tipo alto y negro", junto con lo que es el trozo de papel que encuentra Richard y el hecho de que él es el único de los Primigenios al que le gusta adoptar forma humana y camuflarse en multitudes. O el hecho también de que allane el camino para traer a otro Primigenio más poderoso hasta nosotros (cuya identidad también se puede adivinar)...
Realmente en esta parte es cuando tengo pensado revelar su identidad, no antes, pero como digo el relato tiene muchas lagunas en mi cabeza :S
Gracias por pasarte! ^^
No tengo nada más salvo en mi cabeza, ideas inconexas y muchos espacios en blanco.
ResponderEliminarMuchas gracias ^^ Me alegro que te guste y que creas estar leyendo alguna de esas novelas policíacas de tu juventud.
Me gustaría continuarlo tanto por delante como por atrás, pero aún me veo muy coja en lo que a entender la mitología Lovecraftiana se refiere.
Un saludo!