Mentiría si dijera que no sabía nada de la saga de Geralt de Rivia; por supuesto no vivía bajo una piedra para no haber escuchado hablar de los videojuegos, sobre todo del tercero, que salió allá por el 2015. Igualmente vi en las librerías de superficies como Fnac o La Casa del Libro, cientos de veces los libros que, erróneamente, pensaba que habían surgido a raíz de los videojuegos, cuando realmente es al revés.
Sin embargo The Witcher es de esos juegos que me atraía pero que a su vez me refrenaba porque me decía que debía jugarlos por orden, en calma, sin grabar ni nada parecido, para poder disfrutarlos al máximo posible. El problema es que saltaba a la vista que completarlos me llevarían un porrón de horas, y estos fueron los motivos principales por los que decidí irlos dejando de lado, sin encontrar el momento idóneo para jugarlos, y más cuando vi por internet que la gente recomendaba primero leerte la saga para enterarte mejor de lo que sucede en los juegos.
Entonces vi hace unos meses que Netflix estaba preparándose para filmar una serie basada en la obra de Andrzej Sapkowski y fue lo que me decidió finalmente a leerme los libros antes de que llegara el 20 de diciembre, fecha de estreno de la serie. Y he aquí mi experiencia.